Los viajeros pueden encontrar el motivo de sus travesías en cualquier cosa. Algunos lo hacen por conocer la cultura, el idioma, los sitios históricos y emblemáticos del destino… en fin, pueden ser varias las razones. Sin embargo, existe una que ha dado pie a la creación de una categoría propia: el turismo gastronómico.
Como su nombre indica, este tipo de turismo encuentra su sentido en el descubrimiento de la gastronomía de un país o región. Y, aunque muchos lo crean parte importante de los viajes, quienes se dedican a esto, lo ven como el único objetivo de la experiencia.
En este sentido, ellos toman varios factores para determinar cómo fue de buena la experiencia. Entre ellos no solo se encuentra la calidad de los alimentos y lo acertada de las combinaciones, sino el amiente en el que comen, la higiene del lugar, lo bueno o malo del servicio recibido, etc. Todas esas cosas influyen en que sea una vivencia grata y digna de documentar y contar.
Una de las mejores experiencias que puede experimentar un turista gastronómico es, aparte de conocer y probar las diferentes artes culinarias de su destino, aprender a preparar los platos. Es algo que realmente disfrutan, pues es una manera de sentir pertenencia con el lugar que visitan.
Por esos motivos, no es raro que un turista de este tipo no esté visitando los museos históricos o las plazas, sino los mercados, restaurantes y otras tiendas de víveres, en los que pueda aprender y comprar lo necesario para conocer a fondo la cocina del sitio.
Dentro de los países que presentan mayor desarrollo de esta actividad turística se encuentran: Francia, Italia, España, Perú, Argentina, Chile y México. Este último en especial presenta rutas gastronómicas muy atractivas para los turistas, siendo las más famosas La cocina de dos mundos, en Ciudad de México, y La ruta del cacao, en Chiapas y Tabasco.
La próxima vez que viajes, no dejes de tener en cuenta esta opción; podrías llevarte más de una sorpresa, muy agradable. ¡Buen apetito!